jueves, 25 de diciembre de 2025

Feria de Cali 2025: Seis días donde la salsa es patria, identidad y abrazo universal

Del 25 al 30 de diciembre de 2025, Cali volverá a ser un latido inmenso, una ciudad que danza sin pedir permiso y que invita a todo el mundo a sentir en la piel la fiesta más carismática de Colombia. La Feria de Cali, en su edición de 2025, no se limita a un calendario de eventos: es una declaración cultural, un manifiesto de identidad donde la salsa no solo se baila, se respira.

Cada mañana, la ciudad despierta con el eco de tambores y trompetas que anuncian celebraciones en más de sesenta espacios gratuitos y descentralizados. Desde las comunas hasta los bulevares más emblemáticos, la feria acerca el arte a la calle para que caleños, colombianos de toda procedencia y extranjeros puedan compartir la misma pista de baile, la misma esencia.

Una apertura que enciende el alma

La fiesta arranca con el tradicional Salsódromo, desfile inaugural que convierte la Autopista Suroriental en un escenario gigantesco donde más de dos mil bailarines de las mejores escuelas exhiben el talento que ha llevado a Cali a ser reconocida como la Capital Mundial de la Salsa. Allí, el espectador no se siente ajeno: la música atrapa, invita, seduce. El ritmo termina por convencer incluso al más tímido.

Tradición, memoria y calle

Los días de feria son una espiral de escenarios, barrios y emociones. El Día de mi Pueblo honra al Valle del Cauca con carrozas coloridas, folclor campesino y el mestizaje que define la región. El Desfile de Autos Clásicos y Antiguos agrega una pincelada nostálgica, un viaje rodante donde cada vehículo es historia viviente.

El Carnaval de Cali Viejo, quizás el evento más entrañable, rescata personajes tradicionales, disfraces artesanales y músicas populares que evocan la Cali de antaño: la de los pregoneros, los vendedores ambulantes, los barrios de puertas abiertas y el entrañable “ve, mijo” como saludo universal.

El santuario del vinilo y la pasión melómana

Para los amantes de la música salsa, el Encuentro de Melómanos y Coleccionistas es un templo profano y alegre. Allí se intercambian vinilos raros, se discuten grabaciones casi mitológicas y se rinde homenaje a artistas que hicieron del Caribe un universo sonoro. La feria demuestra, de nuevo, que la música en Cali no es adorno: es patrimonio espiritual.

Una mezcla para todos los paladares

La Feria de Cali no le pertenece solo a la salsa. En sus rincones se degustan sabores de la tierra: bebidas ancestrales del Pacífico, salsas picantes que despiertan el alma, cocina criolla que reconcilia al viajero con el hogar. Hay conciertos para la familia, escenarios alternativos para los jóvenes, Tascas para quienes buscan rumba interminable y espacios culturales donde la danza, la pintura y la poesía dialogan sin pretensiones.

Un abrazo al mundo

Para el visitante extranjero, la feria es una puerta hacia un país que se revela a través de su gente: hospitalaria, alegre, resiliente. Aquí nadie es forastero. Basta con sonreír para ser invitado a bailar; basta con escuchar para enamorarse de Cali. La feria es la mejor embajadora del país porque no se explica: se vive.

Más que un evento, una identidad en movimiento

La Feria de Cali nació como símbolo de esperanza después de tiempos difíciles, y hoy continúa siendo un acto colectivo de celebración. Es la prueba de que la cultura salva, de que una ciudad puede reconocerse en el arte y de que bailar, a veces, es una forma de existir más plenamente.

Por eso, cuando se cierre el telón el 30 de diciembre, la feria no terminará: quedará flotando en los pasos aprendidos, en los acordes que siguen en la memoria y en ese toque secreto que Cali deja en quien la visita. Porque la feria es Cali, y Cali es ritmo, abrazo, calle y corazón.